Elizabeth Rosas

Sabemos que ahora estás en un lugar lleno de paz y luz, y eso nos consuela, porque sabemos que eres feliz.

Te damos las gracias con todo el corazón por cada enseñanza, por cada gesto, por todo lo que nos diste.

Aunque ya no estés físicamente entre nosotros, tu presencia vive en nuestra mente y, sobre todo, en nuestro corazón.

Te recordaremos siempre, con amor infinito.

Te queremos y te extrañamos profundamente:

tus padres, tus hijas, tu hermana, tu hermano, tu cuñada, tu sobrino —tu flaquito, como tú le decías—, tus abuelos, tíos, tías, primos, primas y toda tu familia, que nunca dejará de amarte.