Hector Rolando Rivera

Hector Rolando Rivera,52, born on September 25,1961, in San Salvador, El Salvador, passed away January 20, 2014. He resided in Los Angeles, California, at the time of his passing. Arrangements are under the direction of Forest Lawn Hollywood Hills Los Angeles, CA. EULOGY: Por Nelson Fuentes Los Angeles, CA Jueves 30 de enero de 2014 "Ha muerto un justo ha muerto un valiente llorarlo sería poco sigamos su ejemplo" --José Martí "Fue el que necesitábamos" --Juan Gelman "Vamos a sembrarlo" --Ali Primera Sobre la muerte el cantor del pueblo, Ali Primera, nos cantó con profundo sentimiento diciendo que "Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos". Y el poeta chileno, Pablo Neruda, escribió; debemos hacer algo en esta tierra/ porque en este planeta nos parieron/ y hay que arreglar las cosas de los hombres/ porque no somos pájaros ni perros/ y bien si cuando ataco lo que odio/ o cuando canto a todos los que quiero/ la poesía quiere abandonar las esperanzas de mi manifiesto/ yo sigo con las tablas de mi ley acumulando estrellas y armamentos/ y en el duro deber americano/ no me importa una rosa más o menos/ tengo un pacto de amor con la hermosura/ tengo un pacto de sangre con mi pueblo. Y así, muriendo por la vida y con un pacto de sangre con su pueblo, Hector arribó a este mundo El problema de la muerte es tan radical como el problema mismo de la vida. Por esta razón, cabe preguntarnos ¿por qué uno muere?, o ¿por qué uno vive? Estos dos cuestionamientos Hector empezó a resolverlos a muy temprana edad. Antes de cumplir los 18 años, Hector se incorporó a la Juventud Comunista Salvadoreña. En esa organización Hector trabajó con los jóvenes comunistas para hacer de El Salvador un país democrático. Pero para cambiar a El Salvador se necesitaba ser radical en las ideas y la practica. La razón de lo anterior se justificaba porque desde 1932 existía una dictadura militar que gobernaba el país y esta se resistía a los cambios que demandaban las nuevas generaciones. Hoy se oye fácil decir esto, pero lo que a Hector le toco vivir en sus años mozos fueron días oscuros y de terror. En ese tiempo no era necesario ser un comunista o estar organizado para ser victima de la represión, bastaba con ser joven para terminar siendo asesinado, desaparecido, o exiliado por cuenta propia. Fueron años de carnicería indiscriminada en el reino de los escuadrones de la muerte, apoyados por los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush (padre) desde finales de los años 70, pasando por la década de los 80 y culminando a principios de los años 90. Después de 12 años de guerra finalmente los salvadoreños empezaron a experimentar la construcción de un estado de derecho que comenzó después de ser firmados los acuerdos de paz en Chapultepec en 1992. Desde que Hector arribó a LA fue un incansable luchador en el movimiento de solidaridad con la lucha de los revolucionarios salvadoreños. Un incansable vendedor de tamales. Un empedernido organizador de pachangas. Un inagotable militante en la organización y participación de marchas y protestas por la justicia social. Y últimamente un luchador en la defensa de los derechos de los inquilinos de la cooperativa de vivienda de la cual llegó a ser parte por más de 15 años Así se fue forjando el carácter y la firmeza de las ideas que Hector siempre mantuvo hasta el ultimo día de su vida. Aparte de eso, su humanismo y su tan exquisito sentido del humor siempre hizo de Hector una persona muy peculiar. En situaciones difíciles Hector actuaba siempre con tranquilidad y con una determinación fría. Hector fue siempre una persona obstinada y firme en su pensamiento e ideas. La muerte ha sido para Hector solo un medio para transformar la materialidad del cuerpo, pero jamás sus ideales. Hoy, todos los que conocimos a Hector advertimos que hemos perdido: un buen amigo, un buen hijo, un buen padre, un buen hermano, un joven abuelo muy enamorado de su nieto, y sin dar espacio a la especulación, un valioso compañero. "Llorarlo sería poco, sigamos su ejemplo".