Carmen Jimenez

Our beloved Nana, Carmen Jimenez, was born August 16, 1939 in Salvatierra Guanajuato, Mexico. The first daughter of my great grampa, Jose Ramirez and great grandmother Refugio Jimenez. She was the oldest of four; Josefina, Francisco, Rosa y Jaime. They grew up in a very humble, small house, but full of love. She recounts that her dad was a very happy man, always whistling and singing songs. She did not have toys growing up, but she loved reading books and going to school to learn. One of her hobbies was embroidering. As a young teenager, she loved going to church. She said in her journal, at the age of 15, she did not want a big party, she said she wanted to go to church and give thanks to God for one more year of life. For her quincenera, her parents made her mole and she celebrated at home. She may not have had an extravagant fiesta, but for her that was everything. After loosing her dad, at a young age, she had to help take care of her younger siblings and her mother by working. Nana was determined, she started working in a factory named Productos Electronicos and with her mom working at a restaurant they rented a little house in a little neighborhood. Her mom later left them, to come to the U.S.A. to work and send them money. Nana had to stay behind taking care of their younger siblings, making sure they had everything they needed. After her siblings were old enough, she started making her own life. She had my dad at the age of 27, and she also decided to come to the U.S.A. to provide for him a better life. She started working as a seamstress and then later got her nursing assistant certificate, she had a lot of love and compassion for the elderly. She was 80 when she decided to become a U.S. citizen, she always had goals in mind and never gave up. She wanted to be remembered as a person that never gave up, despite her struggles, and she never bent to life's problems. Although she was not perfect and she recognized it, she was always smiling and laughing with us. She gave the warmest, softest foot massages, with a little cracking of our toes at the end. A hard working woman that depended on God's strength throughout her life. Nana had everything to lose, and nothing to gain. She set her sight on God, never looked back, no matter how hard life got, with her head held high and I know in my heart she is resting in God's presence. We love you so much Nana, thank you for so many memories you share with us and we thank God for giving us not only a grandmother but a beloved Nana that will forever hold a place in our hearts. You can now rest in the presence of God. We love you forever.
Nuestra querida Nana, Carmen Jiménez, nació el 16 de agosto de 1939 en Salvatierra Guanajuato, México. La primera hija de mi bisabuelo, José Ramírez y su bisabuela Refugio Jiménez. Era la mayor de cuatro; Josefina, Francisco, Rosa y Jaime. Crecieron en una casa muy humilde, pequeña, pero llena de amor. Ella cuenta que su padre era un hombre muy feliz, siempre silbando y cantando canciones. No tenía juguetes mientras crecía, pero le encantaba leer libros e ir a la escuela para aprender. Uno de sus pasatiempos era bordar. Cuando era adolescente, le encantaba ir a la iglesia. Dijo en su diario, a la edad de 15 años, que no quería una gran fiesta, dijo que quería ir a la iglesia y dar gracias a Dios por un año más de vida. Para su quinceañera, sus padres le hicieron mole y ella lo celebró en casa. Puede que no haya tenido una fiesta extravagante, pero para ella eso lo era todo. Después de perder a su padre, a una edad temprana, tuvo que ayudar a cuidar a sus hermanos menores y a su madre trabajando. Nana estaba decidida, comenzó a trabajar en una fábrica llamada Productos Electrónicos y con su mamá trabajando en un restaurante alquilaron una casita en un pequeño barrio. Su madre los dejó más tarde, para venir a los EE. UU. a trabajar y enviarles dinero. Nana tuvo que quedarse atrás cuidando a sus hermanos menores, asegurándose de que tuvieran todo lo que necesitaban. Después de que sus hermanos tuvieron la edad suficiente, comenzó a hacer su propia vida. Tuvo a mi padre a la edad de 27 años, y también decidió venir a los EE. UU. para brindarle una vida mejor. Comenzó a trabajar como costurera y luego obtuvo su certificado de asistente de enfermería, tenía mucho amor y compasión por los ancianos. Tenía 80 años cuando decidió convertirse en ciudadana estadounidense, siempre tuvo metas en mente y nunca se rindió. Quería ser recordada como una persona que nunca se rindió, a pesar de sus luchas, y nunca se doblegó ante los problemas de la vida. Aunque no era perfecta y lo reconocía, siempre estaba sonriendo y riendo con nosotros. Ella dio los masajes de pies más cálidos y suaves, con un pequeño crujido de los dedos de los pies al final. Una mujer trabajadora que dependió de la fuerza de Dios durante toda su vida. Nana tenía todo que perder y nada que ganar. Puso su mirada en Dios, nunca miró hacia atrás, sin importar cuán difícil se volviera la vida, con la cabeza en alto y sé en mi corazón que está descansando en la presencia de Dios. Te amamos mucho Nana, gracias por tantos recuerdos que compartistes con nosotros y agradecemos a Dios por darnos no solo una abuela sino una Nana querida que siempre tendrá un lugar en nuestros corazones. Descansa en la presencia de Dios. Te amamos para siempre.