Marcos Ramirez Moya

10 de septiembre de 1946 – 5 de septiembre de 2025

Es con un profundo sentido de respeto y admiración que conmemoramos la vida y legado de Marcos Ramirez Moya, quien falleció pacíficamente en casa el 5 de septiembre del 2025, a los 78 años de edad, acompañado del amor de su familia.

Nació el 10 de septiembre de 1946 en Cuernavaca, Morelos, México, hijo de Isabel Moya y Herminio Ramirez. Creció en una familia numerosa y unida, junto a sus hermanos: Herminia Ramirez, Esperanza Ramirez, Eduardo Ramirez, Eustacio Ramirez, Martin Ramirez, Arturo Ramirez y Lourdes Ramirez. Durante su juventud, disfrutaba jugar fútbol con sus amigos y siempre mostró una gran pasión por el ejercicio físico y el bienestar personal. También formó parte de la Banda de Guerra durante su Servicio Militar Nacional, experiencia que lo llenó de orgullo de su tierra Mexicana.

Desde muy joven, Marcos demostró una profunda determinación e independencia que marcaron el rumbo de su vida. Gracias a su esfuerzo y perseverancia, logró emigrar a los Estados Unidos y establecerse en Los Ángeles, California. Allí siguió su pasión por el trabajo automotriz, iniciando su camino desde los 13 años. Se convirtió en un técnico en carrocería automotriz altamente respetado, ayudando a fundar y apoyar varios talleres en el condado de Los Angeles. Continuó en su oficio por más de cinco décadas, retirándose oficialmente a los 70 años, aunque nunca dejó de trabajar por el amor que sentía por su labor.

Marcos fue un hombre de familia que disfrutaba de la naturaleza y de ir a pescar, especialmente con sus hijos, Isabel Ramirez y Felipe Ramirez, una actividad que compartieron desde que eran pequeños. Su amor por la familia incluía también a las mascotas del hogar, en especial los perros, que fueron sus fieles compañeros.

Hombre de profunda fe, vivió guiado por su creencia en Dios, tratando a los demás con compasión, humildad y gracia. Quienes lo conocieron podían notar al principio su semblante serio, pero bastaba con intercambiar unas palabras para descubrir su calidez, su gentileza y una fortaleza tranquila que dejaba huella. Fue un hombre estoico y amoroso, que veía la humanidad en cada persona y la trataba con bondad y respeto.

Marcos deja en vida a sus amados hijos, Felipe e Isabel Ramirez; y a la madre de sus hijos, Guadalupe Ocampo. También deja una amplia familia extendida y amistades que llevarán su memoria en el corazón por siempre.

Que encontremos consuelo sabiendo que, aunque él ha partido de este mundo terrenal, el impacto de su vida y las memorias que atesoramos permanecerán con nosotros siempre. La historia de Marcos es la de una vida que será profundamente extrañada por todos los que tuvieron el placer de conocerlo.