Pablo Guerrero Del Villar

Pablo Guerrero del Villar was born in Durango, Mexico, at Rancho Guadalupe Guerrero. On December 3, 2025, he was called to be with the Lord from his home in Brighton, Colorado, at the age of 86. Rich in love and in life, Pablo built a world filled with everything he ever dreamed of. At the center of that world was his beloved wife, Ubaldina, with whom he shared 63 years of marriage. Together, they had nine children, a legacy that blossomed into 41 grandchildren and great-grandchildren, each one a source of immense pride and joy for Pablo.

To say Pablo was rich in life is an understatement. His greatest treasure was his family, and gatherings and celebrations were the heartbeat of their home. He was the life of every party; dancing, singing, telling stories, and sharing jokes that drew people in effortlessly. Known lovingly as "Pablito," he had an extraordinary gift for connection. He could befriend anyone he met, making every person feel seen, valued, and special.

At every birthday celebration, without needing a cue, all eyes would turn to Pablo when it came time to sing "Las Mañanitas." His voice would rise first, and everyone would follow. One of the deepest expressions of his love was the way he serenaded his wife. As a young man in love, he would sing "Aquellos Ojitos Verdes" to her, and even in his final days at home, he did everything he could to sing that song again letting everyone know that his "green-eyed wife would forever be in his heart.

Anything that brought his family together meant the world to him. One of his favorite traditions was making chicharrones, something he poured his heart into perfecting. Even when time made it hard for him to keep doing it himself, he happily passed the recipe on to his sons, proudly stepping into the role of supervisor with the same enthusiasm as if he were still making them.

He loved the outdoors, visiting the farm, being around animals, and taking getaways to the mountains. He never missed a chance to enjoy a good party. Some of his happiest moments were simple ones: taking drives with his kids while listening to music like Las Jilguerillas or his favorite song, "Paloma Errante." Often, those drives led out into the countryside, where he would point out places he had worked years before, fences he built, land he tended, each memory shared with pride. Many times, the road would take them to Hudson. Though it was a small town, he loved it deeply, carrying a quiet affection for the places that shaped him and the life he built.

Pablo was funny, charismatic, and hardworking. To be in his presence was to feel loved. His work ethic was unmatched, he never once called in sick. He worked tirelessly to build the life he envisioned for his family, primarily in agriculture, a field in which he took great pride. That same dedication became a legacy he passed on to his children and grandchildren, who grew up watching him lead by example and learning from him the value of working hard, staying committed, and taking pride in every task. Retirement did not come easily to him, but once he embraced it, he discovered one of his greatest joys: spending more time with his grandchildren. He became their daily school pick-up and drop-off, always parking in the same spot so they knew exactly where to find him. Those simple moments became cherished memories.

Through countless lessons and values, Pablo shaped his family not only through words but through the example he set. He valued time with the people he loved, and his presence, guidance, and devotion will be deeply missed. His family will continue his legacy in the small yet meaningful things he did, the things that made all the difference. He was proud to be a Guerrero, and because of him, his children and grandchildren carry that pride, strength, and unity forward.

Pablo is survived by his loving wife Ubaldina Rios de Guerrero, Saul (Irene), Gilberto (Lupe), Elda (Felix), Leopoldo (Elena), Antonio, Dina (Stephen) and Angelica (Martin) and forty-one grandkids.

Pablo is preceded in death by his two sons, Victor and Pablo Alonso Guerrero, his parents Pablo Guerrero and Carmen del Villar, his siblings Gavino, Ismelda, Armando, Carmela, Enrique, and Jaime.

He leaves behind a legacy of love, laughter, and unshakeable family bonds. His memory will live on in every life he made an impact on.

Espanol

Pablo Guerrero del Villar nació en Durango, México, en el Rancho Guadalupe Guerrero. El 3 de Diciembre de 2025, fue llamado a la presencia del Señor desde su hogar en Brighton, Colorado, a la edad de 86 años. Afortunado en amor y en vida, Pablo construyó un mundo lleno de todo aquello con lo que alguna vez soñó. En el centro de ese mundo estaba su amada esposa, Ubaldina, con quien compartió 63 años de matrimonio. Juntos tuvieron nueve hijos, un legado que floreció en 41 nietos y bisnietos, cada uno una fuente de inmenso orgullo y alegría para Pablo.

Decir que Pablo fue afortunado en vida es quedarse corto. Su mayor tesoro era su familia, y las reuniones y celebraciones eran el latido del hogar. Era el alma de cada fiesta: bailaba, cantaba, contaba historias y compartía chistes que cautivaban a todos con facilidad. Conocido cariñosamente como "Pablito," tenía un don extraordinario para conectar con las personas. Podía hacerse amigo de cualquiera, haciendo que todos se sintieran vistos, valorados y especiales.

En cada cumpleaños, sin necesidad de indicaciones, todas las miradas se dirigían a Pablo cuando llegaba el momento de cantar Las Mañanitas. Su voz se elevaba primero, y todos lo seguían. Una de las expresiones más profundas de su amor era la manera en que serenaba a su esposa Ubaldina. De joven enamorado, le cantaba "Aquellos Ojitos Verdes", y aun en sus últimos días en casa, hizo todo lo posible por volver a cantarle esa canción, dejando claro que su "Ojitos verdes" estaría por siempre en su corazón."

Todo lo que reuniera a su familia significaba el mundo para él. Una de sus tradiciones favoritas era hacer chicharrones, algo en lo que puso el corazón para perfeccionar. Incluso cuando el tiempo hizo difícil que los siguiera preparando él mismo, entregó felizmente la receta a sus hijos, tomando con orgullo el papel de supervisor con el mismo entusiasmo de cuando los hacía.

Amaba el aire libre: visitar el rancho, estar rodeado de animales y escaparse a las montañas. Nunca perdía la oportunidad de disfrutar una buena fiesta. Algunos de sus momentos más felices eran los más sencillos: dar paseos en carro con sus hijos mientras escuchaba música como Las Jilguerillas o su canción favorita, Paloma Errante. Muchas veces, esos paseos los llevaban al campo, donde señalaba lugares donde había trabajado años atrás; cercas que había construido, tierras que había labrado. Cada recuerdo compartido con orgullo. En repetidas ocasiones, el camino los conducía a Hudson. Aunque era un pueblo pequeño, él lo amaba profundamente, llevando consigo un cariño por los lugares que lo formaron y la vida que construyó.

Pablo era chistoso, carismático y trabajador. Estar en su presencia era sentirse amado. Su ética de trabajo era inigualable, nunca faltó un solo día. Trabajó incansablemente para construir la vida que soñó para su familia, principalmente en la agricultura, un campo del cual se sentía orgulloso. Esa misma dedicación se convirtió en un legado que transmitió a sus hijos y nietos, quienes crecieron viéndolo liderar con el ejemplo y aprendieron de él el valor del esfuerzo, el compromiso y el orgullo por cada tarea. La jubilación no le llegó fácil, pero cuando finalmente la acepto, descubrió uno de sus mayores gozos: pasar más tiempo con sus nietos. Se convirtió en quien los llevaba y recogía de la escuela cada día, estacionándose siempre en el mismo lugar para que supieran exactamente dónde encontrarlo. Esos momentos sencillos se convirtieron en recuerdos invaluables.

A través de incontables enseñanzas y valores, Pablo formó a su familia no solo con palabras, sino con el ejemplo que dio cada día. Valoraba profundamente el tiempo con las personas que amaba, y su presencia, guía y devoción serán extrañadas profundamente. Su familia continuará su legado en las pequeñas pero significativas cosas que él hacía, esas cosas que marcaron la diferencia. Él estaba orgulloso de ser un Guerrero, y gracias a él, sus hijos y nietos llevan adelante ese orgullo, fortaleza y unidad.

Pablo deja atrás a su amada esposa, Ubaldina Rios de Guerrero; a sus hijos Saul (Irene), Gilberto (Lupe), Elda (Felix), Leopoldo (Elena), Antonio, Dina (Stephen) y Angelica (Martin); y a 41 nietos y bisnietos.

Pablo es precedido en muerte por sus dos hijos, Victor y Pablo Alonso Guerrero; por sus padres, Pablo Guerrero y Carmen del Villar; y por sus hermanos Gavino, Ismelda, Armando, Carmela, Enrique y Jaime.

Deja un legado de amor, alegría y lazos familiares inquebrantables. Su memoria vivirá en cada vida que tocó.