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Luis “Guicho” Morales Velázquez24 de agosto de 1959 – 30 de julio de 2025Esposo devoto, padre amoroso, abuelo orgulloso, hermano cariñoso y amigo querido.Honrando su vida, su fuerza de voluntad, y su espíritu inquebrantable.Con corazones afligidos anunciamos con profundo dolor el fallecimiento de Luis Morales Velázquez, quien dejó este mundo para ser recibido en los brazos de Dios el 30 de julio de 2025, a la edad de 65 años. Falleció rodeado de amor en la compañía de su esposa e hijos, quienes fueron el mayor tesoro de su vida.Su existencia en este mundo terminó demasiado pronto, tras una valiente y feroz lucha contra el cáncer. Luis enfrentó su última batalla con la misma determinación inquebrantable con la que superó muchas otras a lo largo de su vida. Nunca se rindió y luchó con valentía hasta su último aliento, demostrando una determinación constante, un valor firme y una fortaleza admirable.Luis, mejor conocido por todos como Guicho, nació en Villamar, Michoacán, México, el 24 de agosto de 1959, hijo de Luis Morales y Lidia Velázquez. Fue el tercero de nueve hermanos, parte de una familia numerosa unida por el amor, los sacrificios compartidos y los lazos profundos que solo una infancia humilde y llena de esperanza sabe forjar. Luis emigró a los Estados Unidos a los 17 años. Enfrentó las inclemencias del despiadado desierto, aferrándose a la esperanza de reunirse con su familia y construir un futuro mejor. Sentía un profundo orgullo por sus raíces y los sacrificios de sus padres. Hablaba con cariño de la gran familia que lo formó y de cómo, algún día, esperaba construir una familia igual de numerosa y llena de amor.Ese sueño lo hizo realidad cuando conoció a Verónica Díaz, a quien siempre decía que fue amor a primera vista. Luis se casó con Verónica en 1992, y durante más de 30 años de matrimonio criaron siete hijos, tuvieron a tres nietos y se apoyaron mutuamente a través de los muchos desafíos de la vida. Trabajó incansablemente, siempre poniendo las necesidades de su familia por encima de las suyas. Sus manos, ásperas por años interminables de trabajo como carpintero, una carrera que abarcó casi cuatro décadas, pero su corazón seguía siendo tierno, generoso y amable.De carácter firme y reservado por naturaleza, Luis se conducía con humildad y trataba a todos con profundo respeto. No necesitaba levantar la voz para hacerse escuchar; sus acciones hablaran por él. Aunque a veces callado y de semblante serio, aquellos que lo conocían bien sabían que en su interior había un gran sentido del humor y que disfrutaba bromear con los demás. Su compasión era profunda e infinita, ayudaba a otros incluso cuando tenía poco que dar, sin quejarse ni pedir reconocimiento a cambio. Como católico fiel, vivió su vida arraigado en la fe, buscando siempre en Dios para obtener fuerza y guía. Su forma de ser dejó una huella duradera en todos los que tuvieron la fortuna de conocerlo. Para su esposa, fue su apoyo incondicional y su compañero; para sus hijos, su héroe; y para sus nietos, amor puro. Pero, sobre todo, para su familia, fue un amor inquebrantable y eterno.Aunque ya ha partido de este mundo, su legado de amor, sacrificio y devoción seguirá viviendo en los corazones de su esposa, hijos, nietos y todos los que lo conocieron. Su fe, firme hasta el último momento, le ha otorgado paz y descanso eterno en la presencia de Dios.Deja atrás a una familia que lo adoraba. Su amada esposa, Verónica Morales; siete hijos: Cinthia, Luis “Pelón,” Jonathan, Maricruz, Josué, Isaac y Valeria; tres nietos: Aiden, Kassidy y Oliver; siete hermanos sobrevivientes; y otros familiares y amigos.Ahora está reunido con sus queridos padres, hermana y muchos otros seres queridos que partieron antes que él, descansando en la paz eterna y el consuelo de Dios.Extrañaremos su voz, su sabiduría y su presencia. Lo llevaremos en nuestros corazones por siempre. Que descanse en paz. Gracias por la vida que tuvimos el privilegio de compartir contigo. Jamás te olvidaremos.—Tu familia y seres queridos.“En tus manos, Padre de misericordia, encomendamos a nuestro hermano Luis, con la segura esperanza de que, junto a todos los que han muerto en Cristo, resucitará con Él en el último día. Te damos gracias por los bienes que le concediste en esta vida, signo de tu bondad y de la comunión con los santos en Cristo. Señor misericordioso, vuelve tu rostro hacia nosotros y escucha nuestras súplicas; abre las puertas del paraíso a tu siervo, y ayúdanos a los que quedamos para consolarnos mutuamente con la fe, hasta que todos nos encontremos con Cristo y contigo y con nuestro hermano para siempre. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

LUIS MORALES

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