Carlos Javier Reyes

Carlos Reyes, aka Charlie, was a joyful and radiant soul who embraced life with open arms and an open heart. He had a gift for making people smile, even in the toughest of times. His presence lit up every room, and his laughter was unforgettable. No matter what life threw his way, he always found a way to stay positive and uplift those around him.

He had a deep love for life, for his family, and for the simple joys that made each day meaningful. He leaves behind two terrific kids with bright futures ahead of them-Cali and Carlos Reyes.

Carlos shared a close bond with his parents, brothers, cousins, nephews, aunts, and uncles-each of whom he loved deeply and wholeheartedly. His ability to connect with people and make them feel loved was truly one of his greatest gifts, which is why they loved him so much in return.

Carlos was passionate about playing and watching baseball from a young age and was a lifelong fan of the Los Angeles Dodgers. He was also a devoted 49ers fan and a lifelong admirer of Kobe Bryant. Whether it was watching a game or talking stats with friends, his love for sports brought him joy and connection. His faith in God grounded him and gave him strength, guiding the way he lived-with compassion, gratitude, and grace.

He leaves behind a legacy of laughter, kindness, and resilience. He will be deeply missed by all who had the privilege of knowing him, and his spirit will live on in the stories we share, the memories we cherish, and the love he gave so freely.

Though our hearts are heavy, we take comfort in knowing he is at peace, and his light will continue to shine in all of us.

Carlos Reyes, también conocido como Charlie, fue un alma alegre y radiante que abrazó la vida con los brazos abiertos y un corazón lleno de amor. Tenía el don de hacer sonreír a las personas, incluso en los momentos más difíciles. Su presencia iluminaba cualquier lugar, y su risa era inolvidable. Sin importar lo que la vida le presentara, siempre encontraba la manera de mantenerse positivo y levantar el ánimo de quienes lo rodeaban.

Sentía un profundo amor por la vida, por su familia y por las pequeñas alegrías que hacían que cada día tuviera sentido. Deja atrás a dos hijos maravillosos con un futuro brillante por delante: Cali y Carlos Reyes.

Carlos tenía un vínculo muy especial con sus padres, hermanos, primos, sobrinos, tías y tíos-cada uno de ellos ocupaba un lugar muy importante en su corazón. Su capacidad para conectar con las personas y hacerlas sentir queridas fue uno de sus mayores dones, y por eso lo querían tanto en retorno.

Carlos sentía una gran pasión por jugar y ver béisbol desde muy joven, y fue fanático de los Dodgers de Los Ángeles toda su vida. También fue un seguidor fiel de los 49ers y un admirador de por vida de Kobe Bryant. Ya fuera viendo un partido o conversando sobre estadísticas con amigos, su amor por el deporte le traía alegría y conexión. Su fe en Dios lo fortalecía y guiaba su manera de vivir-con compasión, gratitud y gracia.

Nos deja un legado de alegría, bondad y fortaleza. Será profundamente extrañado por todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo, y su espíritu vivirá en las historias que compartimos, los recuerdos que atesoramos y el amor que dio con tanta generosidad.

Aunque nuestros corazones están tristes y con mucho dolor, encontramos consuelo al saber que está en paz, y que su luz seguirá brillando en todos nosotros.