Guadalupe Escobedo Hernandez

ENGLISH:
Guadalupe Escobedo Hernandez, a beloved matriarch, loyal friend, and gentle spirit, passed away on October 27, 2025, in Fontana, California, at the age of 64. Born on May 7, 1961, in Zacatecas, Mexico, Guadalupe's journey was marked by her unwavering love for family, her dedication to her loved ones, and her remarkable resilience. Guadalupe poured her heart into being a homemaker, finding joy in raising her children and caring for her family. She was a sweet lady, known for her friendly demeanor and selfless nature, always eager to lend a helping hand to those in need. Her home was a refuge filled with laughter, warmth, and the delicious aroma of her famous tamales, which became a cherished tradition for family gatherings. Life was vibrant for Guadalupe as she spent her days surrounded by those she loved most. A passionate supporter of the Dodgers, she found delight in watching baseball games, often sharing these moments with her family. Her love for shopping and visiting relatives brought her immense joy, and her time spent with family was always cherished. Her playful spirit extended to enjoying the thrill of playing the lotto, a pastime that added a sprinkle of excitement to her everyday life. She took immense pride in becoming a U.S. citizen and viewed it as one of her proudest accomplishments. Her legacy is carried on by her devoted husband, Anastacio Escobedo, and her loving children, Jessica, Javier, Eric and Abel Escobedo. Her grandchildren, Izaac, Bibi, Ivan, Cesc and Itzy, were the light of her life, and she relished every moment spent with them. Though Guadalupe is preceded in death by her son, Manuel Escobedo, as well as her father, Salvador Hernandez, and mother, Petra Hernandez, her spirit and the love she shared with each person she encountered will forever reside in the hearts of those who knew her. Guadalupe's kindness, radiance, and dedication to her family will be missed endlessly. She will be remembered not just for the moments she shared with loved ones but for the values she instilled and the love she spread. Her gentle spirit has left an indelible mark that will inspire those left behind to carry forward her legacy of love and care.
SPANISH:
Guadalupe Escobedo Hernández, querida matriarca, amiga leal y alma bondadosa, falleció el 27 de octubre de 2025 en Fontana, California, a los 64 años. Nacida el 7 de mayo de 1961 en Zacatecas, México, la vida de Guadalupe estuvo marcada por su amor incondicional a la familia, su dedicación a sus seres queridos y su admirable resiliencia. Guadalupe se entregó por completo a su hogar, encontrando alegría en la crianza de sus hijos y el cuidado de su familia. Era una mujer dulce, conocida por su amabilidad y generosidad, siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitara. Su casa era un refugio lleno de risas, calidez y el delicioso aroma de sus famosos tamales, que se convirtieron en una entrañable tradición en las reuniones familiares. Guadalupe disfrutaba de una vida plena rodeada de sus seres queridos. Apasionada seguidora de los Dodgers, le encantaba ver partidos de béisbol, momentos que a menudo compartía con su familia. Le gustaba ir de compras y visitar a sus parientes, y siempre atesoraba el tiempo que pasaba con ellos. Su espíritu juguetón la llevaba a disfrutar de la lotería, un pasatiempo que le daba un toque de emoción a su día a día. Sentía un inmenso orgullo por haberse convertido en ciudadana estadounidense y lo consideraba uno de sus mayores logros. Su legado continúa vivo gracias a su devoto esposo, Anastacio Escobedo, y sus queridos hijos, Jessica, Javier, Eric y Abel Escobedo. Sus nietos, Izaac, Bibi, Ivan, Cesc e Itzy, eran la luz de su vida, y disfrutaba cada instante a su lado. Aunque a Guadalupe la precedieron en la muerte su hijo, Manuel Escobedo, así como su padre, Salvador Hernández, y su madre, Petra Hernández, su espíritu y el amor que compartió con cada persona que conoció permanecerán para siempre en el corazón de quienes la conocieron. La bondad, la alegría y la dedicación de Guadalupe a su familia se extrañarán profundamente. Será recordada no solo por los momentos que compartió con sus seres queridos, sino también por los valores que inculcó y el amor que propagó. Su espíritu bondadoso ha dejado una huella imborrable que inspirará a quienes quedan a continuar su legado de amor y cariño.