Agustina Ventura De Arias

Mamá,

Hoy estamos aquí reunidos para despedirte, pero también para darte gracias, porque tu vida fue un regalo de Dios para todos nosotros… pero más que una despedida, esto es un agradecimiento. Agradecimiento por tu vida, por tu amor, por todo lo que fuiste y por todo lo que nos dejaste.

Fuiste una mujer de fe, de corazón puro y espíritu fuerte. Desde pequeños nos enseñaste a creer en Dios, a confiar en Él en los momentos difíciles, y a vivir con principios, respeto y amor hacia los demás. Nos inculcaste valores que hoy son la base de lo que somos: la honestidad, la humildad, la generosidad y la importancia de la familia.

Fuiste una madre en todo el sentido de la palabra, no solo para tus hijos, sino también para tus nietos, a quienes criaste con la misma entrega, el mismo amor y la misma paciencia. Nos enseñaste lo que significa amar de verdad: con sacrificio, con ternura, con fe y con alegría. Fuiste más que una madre y una abuela: fuiste guía, consejera y ejemplo de vida. Tu amor no conocía límites - cuidaste de tus hijos y nietos con una entrega que solo una gran alma podía tener. Tu casa siempre fue un refugio lleno de paz, donde nunca faltó una oración, una palabra de aliento, ni un plato de comida para quien lo necesitara.

Fuiste una mujer admirable, respetada por todos los que tuvieron la dicha de conocerte. Una amiga sincera, una vecina ejemplar, siempre dispuesta a tender la mano y ofrecer una palabra amable. Tu bondad no conocía límites, y tu generosidad fue una luz que iluminó muchos caminos.

Eras una mujer respetada y querida por todos. Una amiga fiel, una vecina servicial, una persona en quien siempre se podía confiar. Tu bondad dejaba huella, y tu fe iluminaba el camino de quienes te rodeaban.

Hoy sentimos un dolor muy profundo por tu partida, pero también sentimos consuelo, porque sabemos que estás en la presencia de Dios, descansando en su paz eterna. Creemos que desde el cielo nos miras, nos bendices y nos sigues acompañando con tu amor.

Tu ejemplo quedará vivo en nosotros. Cada oración que nos enseñaste, cada consejo que nos diste, cada gesto de amor que compartiste, vivirá para siempre en nuestros corazones.

Gracias, mamá, por tanto amor. Gracias por tus enseñanzas, por tus sacrificios, por tu fe inquebrantable. Gracias por mostrarnos el camino hacia Dios con tu vida.

Hoy no te decimos adiós, sino hasta pronto, porque confiamos en que un día volveremos a encontrarnos, y ese día, con la bendición de Dios, volveremos a abrazarte y a sentir tu amor eterno.

Descansa en paz, mi querida mamá, mi abuela, bisabuela, mi mama Tina como te gustaba que te dijeran tus nietos y bisnietos... eres nuestro ángel y nuestra guía. Tu luz brillará por siempre en nuestras vidas, porque quien vive en el amor de Dios, nunca muere, solo cambia de lugar.

Con todo nuestro amor, Tu famila que te amara y recordara y seguira tu ejemplo hasta el ultimo dia de nuestea existencia. Te amaremos siempre mamá.