Ramon Plascencia

In Loving Memory of Our Father, Ramon Plascencia Sr.
Born on October 27, 1953, in the state of Jalisco, Mexico, our father, Ramon, grew up in Tecolotlán under the loving care of his grandparents. From humble beginnings, he carried with him a deep love for family, faith, and the simple joys of life. A devoted husband to our mother, Maria E. Plascencia, for 47 years, our dad built his world around the people he loved. Our home was always filled with laughter, stories, and the comforting aroma of togetherness. A proud fan of Chivas de Guadalajara, he found joy in the rhythm of the game, much like he found joy in life itself-faithful, passionate, and full of heart. He loved the outdoors-camping, fishing, and creating unforgettable memories with us. Some of our favorite moments were simply spent in the backyard, where he found peace caring for his fruit trees, especially his guava tree, while listening to music. Those small, everyday moments reflected who he was: joyful, grounded, and full of life. Our dad was a man of unwavering faith. As a devoted Catholic, he served in the church with dedication and heart. His faith led him to form a meaningful friendship with Father Pedro, a bond rooted in mutual respect and kindness. That friendship continues to bless our family today-we feel our father's love reflected in the care and compassion Father Pedro continues to show us. He fought courageously against cancer, facing each day with grace, humor, and incredible strength. Even through hardship, he never stopped smiling, joking, and lifting our spirits. He taught us what resilience truly means and showed us that love and joy can exist even in life's hardest moments. He passed away peacefully, surrounded by the love of those he cherished most-our mother, his children, and his grandchildren. He is lovingly survived by our mother, Maria; his children, Ramon Jr., Marcelino, Jose Luis, Lupe, Rocio, and Adrian; and his eleven grandchildren, who were the light of his later years. He is also survived by his mother, Victoria. Our father was our hero in every sense of the word. He was deeply loved and admired not only by us, but by everyone who met him. The closeness we share as a family is because of him-his love, his laughter, and his example. His legacy is one of unity, faith, and unconditional love. He lives on in every memory, every prayer, every song, and every moment we spend together as the family he built and protected with all his heart.
Nació el 27 de octubre de 1953 en el estado de Jalisco, México. Nuestro padre, Ramon, creció en Tecolotlán bajo el amor y cuidado de sus abuelos. Desde sus inicios humildes, llevó consigo un profundo amor por la familia, la fe y las sencillas alegrías de la vida. Fue un esposo devoto de nuestra madre, Maria E. Plascencia, durante 47 años, y construyó su mundo alrededor de las personas que más amaba. Nuestro hogar siempre estuvo lleno de risas, historias y el reconfortante aroma de la unión familiar. Admirador fiel de las Chivas de Guadalajara, encontraba alegría en el ritmo del juego, de la misma manera que encontraba alegría en la vida misma: con fe, pasión y un corazón lleno de entrega. Amaba el aire libre-acampar, pescar y crear recuerdos inolvidables con nosotros. Algunos de nuestros momentos favoritos eran simplemente en el patio trasero, donde encontraba paz cuidando sus árboles frutales, especialmente su guayabo, mientras escuchaba música. Esos momentos sencillos reflejaban quién era: alegre, humilde y lleno de vida. Nuestro padre fue un hombre de fe inquebrantable. Como católico devoto, sirvió a su iglesia con dedicación y amor. Su fe lo llevó a formar una amistad significativa con el Padre Pedro, un lazo basado en el respeto y la bondad. Esa amistad continúa bendiciendo a nuestra familia hoy; sentimos el amor de nuestro padre reflejado en el cariño y la presencia del Padre Pedro, quien sigue acompañándonos con compasión. Luchó valientemente contra el cáncer, enfrentando cada día con gracia, humor y una fortaleza admirable. Incluso en los momentos más difíciles, nunca dejó de sonreír, bromear y levantarnos el ánimo. Nos enseñó lo que significa la verdadera resiliencia y nos mostró que el amor y la alegría pueden florecer incluso en medio de la adversidad. Partió en paz, rodeado del amor de quienes más amaba: nuestra madre, sus hijos y sus nietos. Le sobreviven nuestra madre, Maria; sus hijos Ramon Jr., Marcelino, Jose Luis, Lupe, Rocio y Adrian; y sus once nietos, quienes fueron la luz de sus últimos años. También le sobrevive su madre, Victoria. Nuestro padre fue nuestro héroe en todo el sentido de la palabra. Fue profundamente amado y admirado no solo por nosotros, sino por todos los que tuvieron la fortuna de conocerlo. La unión que compartimos como familia existe gracias a él-por su amor, su alegría y su ejemplo. Su legado es de unidad, fe y amor incondicional. Vive en cada recuerdo, en cada oración, en cada canción y en cada momento que compartimos como la familia que él construyó y protegió con todo su corazón.
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