Carlos Arturo Ramirez Trujillo

Carlos Arturo Ramírez Trujillo, querido esposo, padre, abuelo, hermano, tío y amigo devoto, falleció el 31 de diciembre de 2024, en su casa en Cheyenne, Wyoming, rodeado de seres queridos. Nacido el 21 de noviembre de 1939 en La Enea, Manizales, Colombia, Carlos llevó una vida notable caracterizada por una profunda dedicación a su familia, una pasión por las ciencias y un innegable entusiasmo por la aventura. 

Con más de cincuenta años como ingeniero civil e hidráulico principalmente dentro de la industria azucarera, el trabajo de Carlos lo llevó a lugares extraordinarios alrededor del mundo. Hizo contribuciones significativas en los ingenios azucareros de La Paila, Colombia; St. Martinville, Luisiana; Gran Abaco, Bahamas; Guanare, Venezuela; y Acarigua, Venezuela. Su trayectoria académica comenzó al culminar su educación secundaria en San Luis Gonzaga en Manizales, cuando paso a la Universidad de Caldas en Popayán, Colombia, donde obtuvo su título de ingeniería civil. Una beca Fullbright le permitió continuar sus estudios en la Universidad Estatal de Colorado en Fort Collins, Colorado, donde completo una maestría en ingeniería hidráulica en 1968. Fue durante su residencia en Colorado que conoció a Monta Smith (el amor absoluto de su vida) y se casaron felizmente en 1967.

Carlos era un entusiasta historiador de la familia, y capturaba la esencia de la vida a través de miles de fotografías y videos que seguirán siendo apreciados por sus descendientes. Su espíritu entusiasta se extendía más allá de la cámara; Carlos fue amante de todas las ciencias, con particular fervor por la arqueología y la astronomía. También era conocido por su profunda fe y su inquebrantable devoción como católico, una luz que lo guio a lo largo de su vida. Amante apasionado de la música, Carlos a menudo compartía sus boleros o bambucos favoritos, ya sea tocando la bandola, la guitarra, las cucharas, o cantando y bailando.

Carlos fue celebre por todo el mundo por ser pescador experto, y a menudo deleitaba a sus amigos y familiares con historias entretejidas con humor y aventuras, en particular sus legendarias hazañas de pesca de truchas en las Montañas Rocosas, la pesca del salmón en Alaska, así como sus frecuentes expediciones en Las Majaguas y Tucupido en Venezuela. Carlos no fue tímido en compartir una buena historia, y conmovía los corazones tanto de viejos amigos como de recién conocidos.

Carlos y Montica fueron orgullosos propietarios de una hermosa finca en Píritu, Venezuela, que cultivaron durante más de treinta años con la ayuda de varias generaciones de familias que trabajaron la tierra obteniendo cosechas de alto rendimiento de caña de azúcar, arroz, maíz y frijoles. Estos años de trabajo no solo produjeron cosechas abundantes, sino que también produjeron innumerables recuerdos preciados que encarnaron su ética de familia y el trabajo duro. Carlos fue el epítome de un maestro en el jardín, cultivando flores en Wyoming, así como orquídeas y numerosos árboles y arbustos en su amada finca.

Además de la pesca, Carlos abrazó la belleza de la naturaleza a través de la caza, viajes a acampar y el senderismo con familiares y amigos tanto en Venezuela y Colombia como Wyoming. Tuvo un profundo afecto por los perros durante toda su vida, en particular, compartió un vínculo extraordinario con dos chihuahuas, Tina y Nema, y su última compañera, Pugla, el mejor regalo de su nieta, Alina. Su espíritu de explorador lo llevó a los rincones más lejanos del mundo, con recuerdos particularmente entrañables de su visita a España para reencontrarse con su familia y a explorar las riquezas culturales de la India y la China con Montica.

A Carlos le sobreviven su devota esposa, Monta Ramírez; su amada hija, Alejandra Ramírez Tavelli; su yerno, Chace Tavelli; su nieta, Alina Tavelli (su mayor orgullo y alegría); su hermano, Augusto Ramírez; y sus hermanas, Solita Vásquez y María Elena Arbeláez; su cuñado Frank Smith y numerosos sobrinos queridos. Se une a quienes fallecieron antes que él, incluida su madre, Sola Trujillo; su padre, Luis Ramiro Ramírez; sus hermanos Ramiro, Oscar, Fabio y Felipe Ramírez; y su hija, Julia Nell Ramírez.

Su valiente batalla contra el Párkinson supranuclear progresivo puede haber atenuado su vitalidad corporal, pero su espíritu brilló intensamente hasta el final. Carlos deja un legado rebosante de amor, risas y recuerdos inolvidables, grabados para siempre en los corazones de quienes lo conocieron. Que descanse en paz eterna.

Al mes de su fallecimiento, se celebrará una misa a las 10:30 a.m. en la Catedral de Santa María en Cheyenne. Se podrá ver la misa en una transmisión en línea (próximamente se brindarán más detalles). Se realizará un rosario de vigilia la noche anterior. En lugar de flores, la familia sugiere una donación en nombre de Carlos a la Fundación Michael J. Fox para la Investigación del Parkinson (https://www.michaeljfox.org).