Maria Jesus Avalos De Silva Obituary
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Su Vida María de Jesús Ávalos de Silva nació el 2 de julio de 1931. El 3 de mayo de 1950 se casó con Manuel Silva Romero (fallecido). Dios les bendijo con 14 hijos y compartieron 71 años de matrimonio. Su esposo, Manuel Silva Romero, partió para estar con el Señor el 24 de enero de 2021. María de Jesús Ávalos de Silva fue llamada por el Señor el 25 de marzo de 2025. De sus 14 hijos, todos sobreviven y sus nombres son: Berta Lidia, Maritza, Celia, Manuel, Jorge, Leticia, Estela, Alicia, Luz Elena, Roberto, Juan Carlos, Sigifredo, Mari y Marco Antonio. También fueron bendecidos con cincuenta y un nietos (de los cuales dos han fallecido), ochenta bisnietos y trece tataranietos.
Su Conversion En 1980, María de Jesús viajó a los Estados Unidos para ver a sus hijos por última vez, pues su salud era delicada. A pesar de ser una mujer muy católica, se mostraba reacia al Evangelio y no quería escuchar sobre él. Incluso, cuando se predicaba cerca de donde se hospedaba, rechazaba las enseñanzas, considerando que esas personas estaban equivocadas. Sin embargo, su hija la invitó a una campaña evangelística en una iglesia, a la cual María asistió solo para demostrar lo erróneo de las enseñanzas. Pero esa noche, en julio de 1980, María aceptó a Cristo en su corazón, y desde ese momento su vida fue transformada. Regresó a México completamente sanada, restaurada y con una nueva perspectiva. Su gozo era tan grande que comenzó a predicar el Evangelio a su familia, amigos, incluso a sacerdotes y personas que seguían prácticas ocultistas. A pesar de las críticas y rechazos, su amor por Dios nunca flaqueó, y estuvo dispuesta a enfrentar cualquier adversidad por servir a Jesús.
EL Legado Antes de su conversión, María enseñaba a su familia a rezar rosarios, viacrucis y otras oraciones. Después de entregar su vida a Cristo, les enseñó a orar, leer la Biblia, ayunar, asistir a la iglesia y compartir el Evangelio. Siempre estuvo comprometida con la obra de Dios, apoyando a misioneros que llegaban a su iglesia, hospedándolos y alimentándolos con generosidad. Además, era una mujer de trabajo incansable, ayudando a su esposo en las labores del campo. Le encantaba cocinar y siempre estaba dispuesta a aprender nuevas recetas. Viajar era otra de sus pasiones, y le alegraba explorar nuevos lugares y conocer diferentes culturas. Tuvo la bendición de viajar a Israel en cuatro ocasiones. Sus salmos favoritos eran el 23, 27, 91, 121, entre otros.
Reflección Madre, todos tus hijos estamos aquí para agradecerte por el don de la vida que nos concediste. Gracias por llevarnos en tus entrañas concepción durante los nueve meses de nuestra gestación. Gracias por los desvelos que te causamos en nuestras enfermedades de nuestra niñez. Gracias por tus tiernos cuidados en nuestra temprana edad. Gracias por comprender y disculpar nuestras travesuras. Gracias por los mimos y caricias que nos brindaste, pues aun siendo grandes, nos los seguiste brindando. Gracias porque cada día nos recordaste y nos cubriste con tus oraciones y gracias por lo que se nos pueda olvidar. Nunca podremos devolverte todo lo que nos diste, pero especialmente te agradecemos por enseñarnos a conocer y amar a nuestro Salvador Jesucristo. Te amamos mamá y nunca te vamos a olvidar! Esto no es un adiós, sino un hasta luego, pues pronto estaremos todos reunidos en la presencia de Nuestro Salvador.
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