Angeles Ruiz Gutierrez

Angeles Ruiz Gutierrez, a beacon of love and joy, departed from this world on November 8, 2025, at the age of 53, leaving behind a legacy of warmth and compassion. Born on January 27, 1972, in Eagle Pass, Texas, Angeles lived a life that was as vibrant and beautiful as the Calla lilies she so adored. Her final moments were spent at her home in Buda, Texas, surrounded by the love of her family and the memories she cherished.

To speak of Angeles is to speak of love in its purest form. Her marriage to Juan Carlos Gutierrez, which began with a celebration in Mexico on May 24, 2001, and was reaffirmed in a US courthouse the following year, was a testament to their enduring partnership and mutual adoration. Together, they raised two remarkable children, Carlos and Alexia, who were Angeles's pride and joy. Her love for her family was a force that shaped every aspect of her life.

Angeles was the heart of a large and loving family, including her devoted brothers Jorge and Diego, and her caring sisters Sonia, Raquel, and Veronica. She was preceded in death by her parents, Diego Ruiz and Maria Ruiz Puente, who instilled in her the values of kindness and generosity that she carried throughout her life.

Her educational journey in San Antonio, Texas, laid the foundation for a career that was much more than a job. Angeles found her calling in the Austin Independent School District cafeterias, where she served not just meals but also hope and encouragement to countless students. She approached her work with a passion that was evident to all who knew her, driven not by necessity but by a genuine desire to make a difference in the lives of the children she served.

Angeles was a woman of deep Christian faith, which guided her every step and inspired her to live a life of purpose and gratitude. Her spirit was one of optimism, and she approached each day as a new opportunity to spread happiness and positivity.

Dancing was one of Angeles's greatest joys. She believed that movement and music were expressions of the soul, and she never missed a chance to celebrate life's rhythm. Her social nature was magnetic, drawing in even strangers with her warmth and genuine interest in their stories. Angeles had an uncanny ability to make everyone feel like family, and her presence was a source of comfort to many.

A passionate photographer, Angeles sought to capture the beauty of the world and the special moments with her loved ones. She understood that memories were treasures to be preserved and shared, and her extensive collection of photographs is a vivid chronicle of a life lived fully and with intention.

To say that Angeles was loving, passionate, and optimistic is to capture only a glimpse of her essence. She was a woman who not only walked in light but also spread it generously to everyone she encountered. Her legacy is not one of sorrow but of inspiration-a reminder to embrace life with open arms, to find joy in serving others, and to cherish each moment with the ones we love.

As we bid farewell to Angeles Ruiz Gutierrez, let us honor her memory by living as she did-with boundless love, unwavering passion, and eternal optimism. Her spirit will continue to dance among us, guiding us toward a future filled with hope and the courage to connect with one another in meaningful ways.

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Español

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Ángeles Ruiz Gutiérrez, un faro de amor y alegría, partió de este mundo el 8 de noviembre de 2025, a la edad de 53 años, dejando tras de sí un legado de calidez y compasión. Nacida el 27 de enero de 1972 en Eagle Pass, Texas, Ángeles vivió una vida tan vibrante y hermosa como los lirios de agua que tanto adoraba. Sus últimos momentos los pasó en su hogar en Buda, Texas, rodeada del amor de su familia y de los recuerdos que atesoraba.

Hablar de Ángeles es hablar del amor en su forma más pura. Su matrimonio con Juan Carlos Gutiérrez, que comenzó con una celebración en México el 24 de mayo de 2001 y se reafirmó en un juzgado estadounidense al año siguiente, fue testimonio de su duradera unión y mutua adoración. Juntos, criaron a dos hijos extraordinarios, Carlos y Alexia, quienes eran el orgullo y la alegría de Ángeles. Su amor por su familia fue una fuerza que moldeó cada aspecto de su vida.

Ángeles era el corazón de una familia numerosa y amorosa, incluyendo a sus devotos hermanos Jorge y Diego, y a sus cariñosas hermanas Sonia, Raquel y Verónica. Le precedieron en la muerte sus padres, Diego Ruiz y María Ruiz Puente, quienes le inculcaron los valores de bondad y generosidad que la acompañaron toda su vida.

Su trayectoria educativa en San Antonio, Texas, sentó las bases para una carrera que fue mucho más que un trabajo. Ángeles encontró su vocación en las cafeterías del Distrito Escolar Independiente de Austin, donde no solo sirvió comida, sino también esperanza y aliento a innumerables estudiantes. Abordaba su trabajo con una pasión evidente para todos los que la conocían, impulsada no por la necesidad, sino por un genuino deseo de marcar la diferencia en la vida de los niños a quienes servía.

Ángeles era una mujer de profunda fe cristiana, que la guio en cada paso y la inspiró a vivir una vida con propósito y gratitud. Su espíritu era optimista y afrontaba cada día como una nueva oportunidad para compartir felicidad y positivismo.

Bailar era una de las mayores alegrías de Ángeles. Creía que el movimiento y la música eran expresiones del alma, y nunca perdía la oportunidad de celebrar el ritmo de la vida. Su naturaleza sociable era magnética, atrayendo incluso a desconocidos con su calidez y genuino interés en sus historias. Ángeles tenía una habilidad especial para hacer que todos se sintieran como en familia, y su presencia era un consuelo para muchos.

Apasionada fotógrafa, Ángeles buscaba capturar la belleza del mundo y los momentos especiales con sus seres queridos. Comprendía que los recuerdos eran tesoros que debían preservarse y compartirse, y su extensa colección de fotografías es una vívida crónica de una vida vivida plenamente y con propósito.

Decir que Ángeles era cariñosa, apasionada y optimista es apenas vislumbrar su esencia. Era una mujer que no solo irradiaba luz, sino que también la compartía generosamente con todos los que la rodeaban. Su legado no es de tristeza, sino de inspiración: un recordatorio para abrazar la vida con los brazos abiertos, encontrar alegría en servir a los demás y atesorar cada momento con quienes amamos.

Al despedirnos de Ángeles Ruiz Gutiérrez, honremos su memoria viviendo como ella lo hizo: con amor infinito, pasión inquebrantable y optimismo eterno. Su espíritu seguirá presente entre nosotros, guiándonos hacia un futuro lleno de esperanza y la valentía para conectar de manera significativa.