Enrique S. Merino, cariñosamente conocido como Kiki, nació el 15 de octubre de 1948 en Suaqui Grande, Sonora. Falleció el 3 de agosto de 2025 en Green Valley, Arizona, dejando atrás una vida llena de trabajo, amor y dedicación hacia su familia y comunidad.
Kiki fue un hombre trabajador que pasó 17 años como Chofer del camión recolector de basura para la ciudad de Nogales. Desde una edad temprana, a los 12 años, comenzó su travesía laboral en la Unión Ganadera. Su espíritu incansable se reflejaba en sus largos días de trabajo, donde siempre se aseguraba de disfrutar momentos significativos con sus seres queridos. En esos viajes de trabajo, no había mejor compañía que sus hijos, quienes lo acompañaban y disfrutaban de los burritos paseados. Recordar los momentos compartidos con su nieto resulta entrañable, pues cada aventura incluía una parada rigurosa en el Oxxo para comprar carne seca y un Clamato, un sabor que aún evoca su presencia.
Amistoso y siempre con una sonrisa, Kiki era un hombre amable que se desvivía por su familia. Era un padre ejemplar, un abuelo cariñoso y un bisabuelo devoto que supo cultivar en cada uno de sus 12 nietos y 6 bisnietos un amor incondicional. Su amor por los animales, incluyendo vacas, caballos, tortugas, pericos, gallinas, chivos, perros y un coyote, evidenciaba su naturaleza generosa y su deseo de compartir su vida con todos aquellos que resonaban con su alma.
Kiki adoraba convivir con quienes le rodeaban y su ausencia se sentirá profundamente, especialmente en las mañanas a las 4:30, cuando se enviaban mensajes a través de WhatsApp. Era un hombre limpio y un apasionado de su trabajo, siempre orgulloso de sus troques, que reflejan su dedicación y arduo esfuerzo.
Kiki deja un legado imborrable para su esposa, Elvira Merino; su hijo, Enrique Merino Delgado; y sus cuatro hijas, Rosa E. Lopez Merino, Marielena Merino Delgado, Nancy Delgado y Bertha Alicia Ballinger. Además, sus hermanos, Antonio S. Merino, Jose Maria Merino, Fernando Enrique Merino, y sus hermanas, Ramona Merino, Margarita Espinoza Merino y Maria De La Luz Merino, continúan su memoria viva, al igual que su madre, Margarita Merino Somoza. La tristeza también se siente en su ausencia por parte de aquellos que compartieron la vida con él, quienes recordarán su alegría y nobleza.
Kiki, quien fue precedido en el descanso eterno por su padre, Enrique Merino, deja un vacío que será difícil de llenar. Aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo seguirán atesorando los recuerdos de un hombre que siempre trabajaba incansablemente por la felicidad de su familia. Con gran pesar, despiden a Kiki, sabiéndose afortunados de haber compartido su andar en esta vida. Descanse en paz, querido Kiki, tu legado perdurará en los corazones de quienes te amaron.
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